¿Y nosotros qué?
Esmeralda Ponce
Para todos es desagradable escuchar noticias sobre nuevas víctimas de violencia de género, y esperamos que mágicamente alguna ley resuelva esa tendencia.
Quizás sería bueno preguntarse qué es lo que les enseñamos a los niños, a ver si ellos en casa ven al hombre imponiéndosele a la mujer, o ellos mismos son víctimas ocasionales de algún ataque de ira de sus mayores, o se les enseña a defender su honor frente a otro incluso con violencia, o les damos mensajes sin darnos cuenta que de alguna manera justifique cualquier estrategia para imponer su opinión.
Por el contrario, si desde pequeños les enseñamos a negociar, ceder si es necesario, comprender que las otras personas son libres de elegir lo que les parezca mejor para sus vidas, si educamos en la tolerancia y el respeto al otro, y les enseñamos a tolerar las pequeñas frustraciones que se pueden presentar en la vida, haciéndoles entender que ningún ser humano puede tener en propiedad a otro, de nuestras casas saldrán personas que en un futuro contribuirán a disminuir esa vergüenza social.
Es verdad que a nivel público queda mucho por hacer, de eso se habla en las fechas señaladas, pero ya se sabe cómo es el juego político, mucho hablar y poco concretar, porque choca con cierta ideología enseñar eso en la escuela, o por cualquier otra razón que justifique la inacción.
Podemos elegir hablar mal de lo que hacen o dejan de hacer o decir, pero no esperemos sentados, que cada uno de nosotros es modelo para otros, que podemos poner límites a nuestros chicos al primer síntoma de desviación, teniendo presente que los mayores tenemos que dar ejemplo con nuestros actos más que con nuestras palabras. Si en casa y en la escuela son respetados y corregidos como corresponde, sin imposición ni violencia, cuando salgan del nido serán personas respetuosas que utilizarán los buenos tratos en sus relaciones. Al menos podemos intentarlo.