¿Qué nos pasa?
Esmeralda Ponce
¿Qué pasa con nuestra sociedad? Ya no podemos tirar pelotas fuera, asombrándonos de lo que pasa como simples espectadores. Parece que llegó la hora de revisarnos a nosotros como individuos. Tres ejemplos.
Han saltado a la palestra numerosos casos de trampas, corrupción y robo de lo público. Pareciera que no supiéramos que lo que esas personas han metido en sus bolsillos es de todos, que somos una sociedad con propiedades comunes (un hospital o un teatro, por ejemplo), y que cuando negocian a nuestras espaldas lo dejamos correr, les damos permiso de seguir por ese camino. Nosotros. Estas semanas pasadas hemos escuchado la tragedia de las mujeres asesinadas por quien un día las quiso, y nos preguntamos en qué punto de la etapa educativa se les enseña a los niños que su chica será una propiedad con la que puede hacer lo que le venga en gana.
Y no es cuestión de una generación o cultura, que las edades de los asesinos y sus orígenes varían en mucho. Los hay de todos los tamaños y las clases sociales, por lo que es interesante preguntarnos si en casa, a través de los medios y en la escuela, de alguna manera velada les enseñamos a ejercer el poder a través de la fuerza, a tener la razón por gritar más alto o pegar más fuerte. Sí, toca revisar lo que enseñamos, porque es difícil contestar a un niño que ha visto como papá hace daño y le arranca a mamá de su vida, qué fue lo que ella hizo tan mal como para merecer ese fin. Y a esos agresores los educamos nosotros, igual que a la futura víctima, con nuestra palabra y ejemplo, transmitiéndoles nuestros valores.
Sin darnos cuenta, damos mucha importancia a los apellidos, las recomendaciones, los padrinazgos. Pasa con el “viene de parte de…”, o “es familia de….”. Quizás tendríamos que revisar qué es lo que valoramos de los individuos, si su buen hacer, sus conocimientos, o su alcurnia. Suficientes ocasiones hemos tenido para ver cómo gente brillante no es valorada por no contar con esos respaldos que sí se le dan al amiguete; así los buenos se van, y los aprovecha otra sociedad más avanzada. Gracias a lo que valoramos nosotros.
En momentos de gran sacudida social puede que sea importante que revisemos los mensajes que damos a los nuestros. Hacemos muchas cosas bien, pero en algunos aspectos vale la pena que rectifiquemos, que como dicen, es cosa de sabios.